Los cinco años de prisión que inspiraron a Cervantes, Sus impresiones y relaciones con los musulmanes

Author: Darcordoba, 30 septiembre, 2014, Leave a comment

Los cinco años de prisión que inspiraron a Cervantes

Sus impresiones y relaciones con los musulmanes


Partida de rescate de Miguel de Cervantes.
De no haber estado cautivo en Argel, quizá nunca hubiera escrito “El Quijote”. Allí Cervantes convivió con gentes de toda raza y condición. No le degollaron porque era valioso: llevaba las cartas de recomendación que recibió tras la batalla de Lepanto, y eso elevaba a 500 escudos el rescate que pagó su familia por él. El periodista recorre los lugares donde estuvo y entra en la cueva en la que se ocultó en una de sus fugas.
El 26 de septiembre de 1575, Miguel de Cervantes viaja junto a su hermano Rodrigo camino de España en la galera Sol tras seis años de servicio en el Ejército. A medio camino, el barco es asaltado por una flota corsaria, mandada por el turco Arnaute Mami. Es conducido a Argel y adjudicado en condición de esclavo a un corsario menor, Dali Mami. Lleva consigo cartas de recomendación que Don Juan de Austria le brindó por su valeroso comportamiento en Lepanto, lo que hace creer a sus captores que se trata de un prisionero notable y fijan por él un rescate de 500 escudos, imposibles de reunir por su familia.
Comienza entonces la etapa más intensa de su vida, toda ella digna de sus propias novelas. Puso en juego su existencia intentando escapar en cuatro ocasiones; en todas falló. Conoció a numerosas personalidades, convivió con piratas, renegados, musulmanes y cautivos. Cuando, pasados cinco años, los padres trinitarios pagan la suma del rescate reunida en parte por su familia, Cervantes se dirige a España con la idea de ganarse la vida como autor de teatro y escritor, decisión que, es posible, jamás hubiera tomado de no haber cumplido esta peculiar condena.
Fue allí, con 28 años de edad, donde Cervantes creció moral e intelectualmente. Hay un antes y un después del cautiverio. Adriana Arraigada de Lassel, cervantista residente en Argel y experta en su cautiverio, cree que en esta ciudad terminó de edificar su personalidad, “su conciencia religiosa y su identidad española”.
Sus cinco años en Argel son los más documentados de su biografía, pero a la vez los más controvertidos, ya que si bien se han hallado los escritos en los que figuran la partida de rescate, sus nóminas como soldado y otros datos biográficos, siguen ocultos los detalles sobre su intimidad y espiritualidad. Que renegó de su religión, que mantuvo relaciones homosexuales —en Argel se le han buscado varios novios—, que se planteó no volver jamás a España… Existen multitud de conjeturas sobre su periplo argelino, difuminadas más si cabe por la cantidad de referencias autobiográficas que aparecen en las numerosas obras y personajes ambientados en el filo de la Cristiandad y la Berbería, con los que Cervantes enturbia su propia huella mezclando sus vivencias con la ficción.
La sociedad fronteriza de Argelia fue escenario en las obras teatrales Los baños de Argel, El gallardo español, Los tratos de Argel, la novela corta La gran sultana y, especialmente, los tres capítulos de El Quijote donde se narra la historia de El cautivo, que algunos estudiosos consideran como el germen mismo de El Quijote, una historia con entidad propia que pudo haber sido escrita años antes que iniciar su gran novela.
A finales del siglo XVI, Argel, el corazón del Mediterráneo bajo el dominio del Gran Turco, goza de la mayor gloria de su historia. Su puerto guarda la flota de 35 grandes corsarios que, con sus veloces embarcaciones, salen en primavera al asalto de los barcos españoles e italianos. Su población cosmopolita —desde musulmanes, judíos y turcos a todo tipo de pobladores de tránsito— se comunica gracias a una lengua franca. Aislada por tierra, servía de cárcel natural para 25.000 cristianos cautivos que esperan su rescate, alojados en prisiones —conocidas como baños— donde disfrutan de cierta libertad de movimiento.
Siempre se habla de una forma global de la estancia de Cervantes en Argel. Sin embargo, Adriana Lassel identifica tres etapas en el periplo argelino del escritor. “Con la libertad que Dali Mami le deja para moverse por la ciudad, recién llegado a Argel, encuentra a su hermano Rodrigo y toma contacto con muchos compatriotas, no todos ellos esclavos, pues había españoles en la milicia —entre los jenízaros y los mercenarios—, entre los corsarios y los comerciantes que atracaban en el puerto para sus negocios”. Así pues, Cervantes pronto contacta con compañeros y planea su primera fuga: la marcha hacia Orán, en compañía de un guía. Los nombres de estos soldados se conocen, eran sargentos, alféreces y algunos caballeros.
Engañado. La aventura de Orán fue un auténtico fiasco, era imposible recorrer a pie los más de 450 kilómetros entre ambas ciudades, más aún cuando la costa argelina está llena de montañas. No se podía caminar sin más en dirección Este, había que conocer el camino y el guía que había accedido a acompañarles por una cantidad de dinero les abandonó.
La segunda etapa de Cervantes comienza en 1577, en abril, cuando llega a Argel la galera San Pablo, con 269 cautivos, entre los que está el clérigo portugués Antonio de Sosa. Este personaje mantendrá una verdadera amistad con Cervantes, un hombre delicado de salud, teólogo, conocedor de la cultura humanística y de la poesía y que tendrá para el escritor gran influencia. Empieza una amistad entre un hombre de una gran cultura y un joven con inquietudes deseoso de conocer y escribir. “Cervantes tuvo que haber escrito en Argel, esto es seguro, y de Sosa tiene que haber sido su oyente pero, lamentablemente, no hay documentos sobre esto”, observa Lassel.
Cultura literaria. Esta etapa de Cervantes fue muy fructífera en cuanto a su enriquecimiento literario y la afirmación de su fe religiosa (frente a la opción de renegar, que hubiera supuesto su libertad inmediata), pues Antonio de Sosa era teólogo. A Sosa se le atribuye la autoría de La Topografía General de Argel, publicada en 1612, y obra clave para el estudio del cautiverio de Cervantes. Se dice que Sosa se ayudó de libros de geógrafos que habían pasado por Argel, como León, el Africano o Estrabón. “Seguramente viajaba con estos libros cuando fue capturado. En Argel había libros y una cultura literaria, pero se desconoce qué tipo de libros había en las bibliotecas y por eso es muy aventurado qué pudo haber leído Cervantes allí”, añade.
Durante este periodo, el escritor español protagoniza el segundo intento de fuga. En 1577, aprovechando que su familia paga el rescate de su hermano, da órdenes de comprar una galera que debía llegar desde Mallorca. A la espera, 14 prisioneros se esconden en una cueva junto a la bahía, en unos jardines propiedad del rey Hassan Pachá, el Veneciano. Durante semanas, Cervantes va y viene a la cueva, cuyo paradero sólo conocen el jardinero, que era español, y un melillense apodado El Dorador que les asiste y que, con la galera ya a la vista, será quien les denuncie. “Ninguno de estos cristianos que aquí están tiene culpa de este negocio porque yo solo he sido el autor del plan y les he inducido a que huyesen”, confesó Cervantes ante el rey. A pesar de que los intentos de evasión se castigaban con la muerte —suerte que corre el jardinero—, su jugoso rescate despierta la codicia del rey, que se apropia del esclavo y lo confina cinco meses en los baños reales. “Como tuviese guardado al estropeado español, tenía seguros sus cristianos, sus navíos y a toda la ciudad”, se dice que comentó el rey cuando le encarceló.
Tras este largo encierro, Cervantes vive un nuevo periodo obsesionado con encontrar la libertad. Por tercera vez lo intentó por medio de un musulmán, enviando unas cartas al general de Orán, Martín de Córdoba, pero fueron descubiertas y el mensajero empalado. “Esta vez se libra de ser apaleado por intercesión de un renegado influyente amigo de Cervantes”, aclara Lassel. Este renegado era un poderoso corsario español, Mourad Raïs Maltrapillo, cuya demanda “podía ser una petición o algo más, en función del poder de entonces de la taifa corsaria. Renegado murciano, que mandaba una galera de 22 bancos, posiblemente es la figura notable que inspira el personaje de el renegado en el episodio de El cautivo”, añade.
Finalmente, en septiembre de 1579, consiguió la ayuda de un comerciante valenciano, Onofre Exarque, quien aportó el dinero para que otro renegado, Abderramán, comprara una barca para huir, en una historia muy similar a la que se narra en el pasaje de El cautivo, en El Quijote. Para la evasión, Cervantes había contactado con 60 ó 70 caballeros, “lo más florido de Argel”, según las crónicas. Pero la información sobre la fuga llega a manos de Blanco de Paz, otro cautivo, ex dominico, que había acusado a Cervantes de “comportamientos deshonestos”, y se lo comunica a Hassan Pachá, conocido por su crueldad. Es una incógnita la causa de la enemistad de Blanco de Paz y el escritor, aunque algunos biógrafos hablan de que el primero sentía rencor porque Cervantes no contactara con él para la huida.
Carismático. Es obvio que, para conocer y convencer a tanta gente y tan diversa, Cervantes tuvo que gozar de un carisma y una simpatía personal. En sus obras, describe a los cabileños, a los jenízaros, a los turcos. Aprendió algo de árabe, que más tarde empleó en sus comedias. En El trato de Argel, habla de representaciones teatrales que se llevaban a cabo en los grandes baños de la ciudad. También, en algún momento tuvo que haber estado en las mazmorras subterráneas, bajo la actual Plaza de los Mártires, lugar donde los franceses pusieron en el siglo XVIII una placa con la leyenda: “En estas mazmorras permaneció Cervantes encerrado cinco años”. Y, como esclavo real, debió pasar tiempo en palacio, donde pudo entablar relación con Hassan Pachá, que en las obras de Cervantes no aparece mal parado. “Pudo existir entre ellos un franco cruce de ideas y opiniones. El cautivo repudiando el reniego y defendiendo los valores de la libertad, y el rey, divertido o admirado, considerando que más valía una vida brillante, afortunada y aventurera, que ser un pobre habitante de su país de origen. En los momentos que hablaba con él —en italiano— pensaba que no le quedaba mucho por perder, creyendo que iba a morir. Si hubiera temido a Hassan, éste le hubiera matado”, reflexiona Lassel.
En Argel, Cervantes se convirtió en un defensor de la libertad. Como afirma Emilio Sola, otro biógrafo cervantista, “nunca sometió a burla ni a un humor corrosivo ningún concepto o actitud humana de gravedad esencial, como la libertad, la pobreza o la muerte”. Doce años después de su marcha, Cervantes pone de nuevo los pies en la Península en septiembre de 1580, en Denia, liberado por los trinitarios Juan Gil y Antonio de la Bella, una vez que entre su familia y los religiosos pudieron reunir había reunido la alta suma del rescate.
José F. Leal.
¿POR QUÉ VOLVIÓ CERVANTES DE ARGEL?
DANIEL EISENBERG.
CERVANTES PASÓ UN AÑO en Italia, pero cinco años
en la ciudad de Argel. Aquellos años constituyen lo que
Zamora Vicente describió como “un hecho primordial en la vida de Cervantes,” que la divide “en dos mitades” (239).
Pensamos disponer de datos copiosos sobre este período: en la “Historia del cautivo,” “El amante liberal,” El trato de
Argel, Los baños de Argel y también en El gallardo español y La gran sultana.
preparar,antes de marcharse, la detalladísima “Información de Argel”? ¿De qué se protegía? Siempre me ha chocado,también, que al poco tiempo de haber sido rescatado cruzara otra vez el Mediterráneo, a Orán. Hay tanta oscuridad en cuanto a sus cinco años argelinos que Goytisolo (60) atinadamente caracteriza la escasez de datos como el vacío—hueco, vórtice, remolino—en el núcleo central de la gran invención literaria: ésta girará alrededor de lo omitido.”
El propósito de este ensayo es el de perfilar un poco más
la estancia argelina de Cervantes, leyendo entre líneas, estudiando lo omitido y especulando sobre por qué volvió a España.
Los resultados han sido distintos de los que esperaba.
Para comenzar, tenemos que admitir que Cervantes consideró,sea todo lo brevemente que se quiera, cambiar de religión y quedarse, igual que habían hecho muchos cristianos capturados.
Por contraste, en España, la venalidad de los procuradores
y jueces es [p. 245] comentada amargamente por Cervantes.
La justicia no es de poca monta, sino central, en la
teoría política de Cervantes. El deber fundamental de una
autoridad, lo que no hace, por ejemplo, el Duque cuy
palacio visita Don Quijote, es facilitar la justicia entre sus
súbditos.
Los moros jamás blasfemaban, se comenta también
indicando una seriedad religiosa no tan común entre los
cristianos. De igual modo, la sociedad argelina era má
tolerante en materia religiosa e intelectual que la española
Allí vivían cristianos, moros y judíos, si no sin tensiones, al
menos sin violencia. No hubo Inquisición, ni órdenes religiosas ricas de tierras y vidas, ni conventos.
de una posición distinguida y bien remunerada. Los renegados,mejor formados y con más experiencia del mundo que los indígenas, dominaban completamente el gobierno. Gobernador tras gobernador, como el Hasan Baša que nos es conocido por coincidir con Cervantes, eran renegados. Sin lugar a dudas, Cervantes habría tenido una vida mejor en lo material y sensual de la que le esperaba en España, de donde, a pesar de las cartas de recomendación del Duque de Sesa y de Don Juan de Austria, el rescate tardaba mucho.
La sociedad islámica fue hedonista, al contrario de la
España puritana de Felipe II. “¿Hay más gusto que ser moro?”
pregunta Solimán, nacido Juan, en la tercera jornada
del Trato de Argel. Había lujosos vestidos, casas, jardines
buena y abundante comida. No faltaba el vino de los taberneros cristianos. Tampoco el hachís, y cabría preguntarse si Cervantes, tan fascinado por las hierbas y por todo aquello que afecta al cerebro, lo experimentara.
Ahora bien, si Cervantes creó la figura de Don Quijote,
enemigo de la vida regalada, urbana y palaciega, también
creó la de Sancho, amigo del vino, del buen comer, de la
buena cama y de las mozas no melindrosas. Cervantes se
sintió muy a gusto en Italia, adonde quería volver. ¿Le
habrían tenido sin cuidado, entonces, la comodidad y sensualidad de la vida argelina
Con menos reparos, acaso, se puede aceptar que a Cervantes le gustaba conocer a personas diversas, conversar con ellos y escuchar sus historias. Para tal pasatiempo,ningún lugar del mundo mejor que Argel. Era—lo subraya la Topografía e historia general de Argel—la ciudad más cosmopolita del mundo, más que Roma. Considérese cómo fue la ciudad autónoma de Tánger, antes de la independencia de Marruecos. Pues Argel lo fue mucho más. Llegaban cautivos y renegados de todas las naciones de Europa, de África del norte y central, del Nuevo Mundo, de Turquía y de todos los [p. 246] variados territorios del imperio otomano.
Entraban y salían constantemente, algunos con historias
tan interesantes como la del Cautivo, o la de Ricardo del “Amante liberal.”
que Argel no carecía de posibles atractivos para .12 El reniego era tema de discusión frecuente entre los cautivos, y aparece en sus obras. Los renegados pudieron haberle invitado a mejorar de vida y seguir su ejemplo.13 Pero Cervantes decidió no hacerlo, tal vez instantáneamente tal vez después de largas meditaciones. ¿Por qué?
McGaha (“Arabesque”) sugiere que otros atractivos de Argel para Cervantes serían la religión y el pensamiento musulmanes,Menciona la importancia del amor en el misticismo sufí, la figura del loco santo, la idea del libro como realidad última y finalmente la ambigüedad que Don Quijote comparte con el pensamiento musulmán.
En cambio, volvería de Argel convencido o reconvencido de la visión oficial española de los moros, que pronto reforzaría con sus comedias: La Numancia, La casa de los celos, probablemente las perdidas Batalla naval y Trato de Constantinopla, además de Los tratos y Los baños de Argel, La gran sultana y El gallardo español. El estudio del amor que hallamos en La Galatea, y esto creo que lo sugiero por vez primera, también refleja sus argelinas. Sin duda, volvió de Argel con ganas de escribir.Decidió ser escritor
http://users.ipfw.edu/jehle/deisenbe/cervantes/argel.pdf

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